“Yo puedo asegurarles a ustedes que haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda si es que eso es posible. Haré todo lo posible, e incluso lo imposible, si también lo imposible es posible”
– M. Rajoy
Efectivamente. Esta frase de Mariano Rajoy tan particular nos viene al pelo para explicar por qué la activación conductual en estados bajos de ánimo es tan importante. Es necesario ejecutar para poder estar bien, aunque a veces implique un esfuerzo completamente hercúleo.
No es falta de actitud y de motivación. La motivación no viene porque llegue un ser alado y reluciente a iluminarte con ella. La motivación y las ganas se hacen, como diría mi colega Rebeca Pardo. Hay que comportarse para «motivarse» y estar bien. Como diría House, «son las acciones las que cambian las cosas».
Y es que cuando estamos más bajitas de ánimo, es común que la apatía, la fatiga y la desgana surjan ante ciertas actividades. Siempre dependerá de las razones de la persona, pero en un plis y mentando a Fester (1973), hay actividades agradables que pierden esta características porque en un momento en concreto las hacemos con el malestar asociado a las circunstancias que estamos viviendo.
En ese momento interpretamos que ni siquiera dichas actividades sirven para animarnos o nos sentimos culpables porque se supone que tendríamos que disfrutrarlas o «estar presentes». Nos focalizamos en el malestar que estamos percibiendo a pesar de todo.
En ese momento en concreto, parece que nada sirve y nos sentimos frustradas e incluso a veces «indefensas» ante dicho malestar. Esta percepción hace que en futuras ocasiones, dejemos de llevar a cabo dichas actividades, dejando de hacer cosas que no sólo nos gustan, sino que incluso a veces son necesarias para nosotras. Esto nos pone en una situación peligrosa que nos puede llevar al aislamiento en caso de situaciones sociales o de inactividad, metiéndonos más dentro del bucle del malestar.
En este esquema quedaría resumido dicho bucle:

Si esto se alarga en el tiempo, las actividades perderán su valor y el malestar será mucho más alto y por tanto, habrá mayor dificultad para realizar dichas actividades. Es por eso que los actos de cuidado implicarán llevar a cabo a veces estas tareas. Poco a poco, con objetivos pequeñitos y si es necesario, algo estructurados. Esto, de forma un poco simple, es lo que se conoce como activación conductual.
En ocasiones, el malestar es tan alto que es muy difícil poder estructurar incluso el día a día. A veces se siente como una pérdida de control.
Si esto que estoy contando te resuena y presentas dichas dificultades, puedes ponerte en contacto con una profesional o un profesional de psicología para poder trabajar estos aspectos y los que necesites.
No es flojera. No es tu culpa estar así. No eres una persona vaga o torpe. No, por supuesto que sirves y tienes valor sólo por el hecho de existir. Cuando estos ciclos se presentan con otras circunstancias y variables, parece que la salida no llega. Pero se puede trabajar para poder salir.
